De sangre y cenizas by Jennifer Armentrout

De sangre y cenizas by Jennifer Armentrout

autor:Jennifer Armentrout [Armentrout, Jennifer]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2021-10-05T03:00:00+00:00


Capítulo 22

Mi corazón me aporreaba el pecho cuando sus dedos llegaron a mi barbilla. Echó mi cabeza hacia atrás y sentí como si me cayera. Su boca se movió hacia mi oreja y su aliento tibio me produjo un cosquilleo cálido por todo el cuerpo.

—Poppy —murmuró, la palabra sonó ronca, gruesa.

—¿Sí? —susurré yo, y apenas reconocí mi propia voz. Sus dedos se deslizaron por mi cuello.

—¿Cómo saliste de la habitación sin que yo te viera?

Abrí los ojos de golpe.

—¿Qué?

—¿Cómo saliste de tus aposentos? —repitió.

Tardé un momento en darme cuenta de que no intentaba besarme. Solo estaba tratando de distraerme. Me sentí como una idiota de siete tipos diferentes. Maldije en voz baja y tiré para zafarme. Esta vez, me soltó.

Con la cara al rojo vivo, di un paso atrás, luego varios más. Bajé el diario mientras aspiraba una temblorosa bocanada de aire.

Qué… estúpida era, madre mía.

Desesperada por no dejarlo ver lo cerca que había estado de permitir que me besara o el hecho de que hubiera pensado que iba a hacerlo, levanté la barbilla. Sin embargo, la situación aún escocía y no sentí ningún alivio.

—A lo mejor salí caminando delante de tus propias narices.

—No, no lo hiciste. Y sé que no saliste por una ventana porque eso habría sido imposible —repuso—. Así que ¿cómo lo hiciste?

La frustración se avivó y me giré hacia la ventana. Agradecí la brisa fresca que se colaba por ella. Quizás fuese lo bastante tonta como para que me hubiese pillado, pero no era tan tonta como para creer que podría no contarle la verdad.

—Hay un viejo acceso de servicio a mis aposentos. —Apreté las manos en torno al diario—. Desde ahí, puedo llegar a la planta baja sin ser vista.

—Interesante. ¿Y dónde desemboca en la planta baja?

Solté un bufido al girarme otra vez hacia él.

—Si quieres saber eso, tendrás que averiguarlo por tu cuenta.

—Muy bien —aceptó, con una ceja arqueada.

Le sostuve la mirada y no pude evitar reconocer que seguía sin sentir ningún alivio. Solo quedaba… por todos los dioses, solo quedaba desilusión por que no me hubiera besado. Y si eso era indicativo de algo, era de que necesitaba recuperar el control de mí misma.

—Así es como llegaste al Adarve sin que te vieran —dedujo. Me limité a encogerme de hombros—. Supongo que Vikter lo sabe. ¿Lo sabía Rylan?

—¿Acaso importa?

—¿Cuánta gente sabe de la existencia de esa entrada? —preguntó, la cabeza ladeada.

—¿Por qué lo preguntas? —pregunté a mi vez. Hawke dio un paso hacia mí.

—Porque es un problema para la seguridad, princesa. Por si lo has olvidado, el Señor Oscuro te quiere atrapar. Una mujer ya ha sido asesinada y ya ha habido un intento de secuestro que sepamos. Ser capaz de moverse por el castillo sin que lo vean, directo hasta tus aposentos, es el tipo de información que encontraría de lo más valiosa.

Un escalofrío recorrió mis hombros.

—Algunos de los sirvientes que más tiempo llevan en el castillo de Teerman conocen la entrada, pero la gran mayoría no. No es un problema. La puerta se cierra por dentro.



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